Codex y código


               Aventurarse a comentar, o mejor dicho a especular acerca de la relación entre el Codex y el código es la misión para esta semana en el curso de Literatura Electrónica. Y uso estas palabras porque, en mi extrañez, me encontré merodeando en los blogs publicados por mis compañeros en años anteriores y encontré sentimientos y dudas similares a las mías.
             Mi primer impulso al pensar en ambos, Codex y código, es intentar entenderlos en relación a la materialidad y el medio. Un punto de partida deducible ya que en las lecturas de la semana pasada estuvimos indagando este tema y para esta semana las lecturas: Writing Machines de Katherine Hayles y “The Medium is the Message” de Marshall McLuhan, a mi entender continúan dicha temática. Uno de los aspectos en la relación del Codex y el código es quizá su condición de invisibilidad ante los estudios limitados del “contenido.” McLuhan, en su ensayo trae esto a cuenta postulando que el contenido durante mucho tiempo ocupó el enfoque de investigación sin darle la suficiente importancia al medio, y el medio, como indica el título su ensayo, es el mensaje.
           Dicha afirmación invita al estudio del medio y el material. Un estudio que por distintas razones ha sido dejado de lado, opacado. De acuerdo con Hayles, “With significant exceptions, print literature was widely regarded as not having a body, only a speaking mind” (32). Es decir, que una considerable parte de los estudios literarios  buscaban comprender el contenido sin tomar en cuenta el objeto que lo contiene y como este forma, impacta, modifica el contenido. Justo antes de la cita mencionada, Hayles también menciona que William Carlos Williams declaró que la imprenta facilitó un proceso en el cual la crítica literaria ignora las especificidades del Codex. Esto sucede ya que la discusión se enfoca únicamente en el texto. Algo similar ocurre en referencia a la literatura electrónica y por esta razón es necesario el lugar del código en relación al medio y a la materialidad.            Entonces una de las relaciones entre el Codex y el código es su estado marginado, su poca o nula visibilidad la cual limita la comprensión del mensaje. Hayles argumenta que “[…] the physical form of the literary artifact always affects what the words (and other semiotic components) mean. De esta forma, prestar atención tanto al código como al Codex es interrogar la inscripción tecnológica que produce el significado. Hayles dice que “When a literary work interrogates the inscription technology that produces it, it mobilizes reflexive loops between its imaginative world and the material apparatus embodying that creation as a physical presence (Hayles, 25). Por un lado, pensar en el Codex, es pensar en el libro, en el material y la forma como inscripción tecnológica. Pensar en el Codex es pensar en el objeto y en su material, pensarlo en su composición material, la cual implica una fiscalidad permanente e inmutable. El Codex entonces nos trae a cuenta el formato en el cual se inscribe el texto. El medio, entonces condiciona las posibilidades de lectura, la composición del texto, su distribución, sus estados sensoriales, a partir de una forma material fija. Hablar de Codex, entonces implica una concepción material de los elementos que median la comunicación.
         El código, por otro lado, puede ser visto y estudiado por su calidad de medio, al igual que el Codex son formas de inscripción tecnológica que afectan y producen significados. Si lo que vemos en la pantalla cambia, se transforma, el código siempre es fijo. Quizá podemos pensar en lo material del objeto procesador o de un software, pero en mi escaso entender el código puede ser visto como material, un material desde donde podemos “interrogar la tecnología de inscripción.” Son estos códigos los que median entre las pulsaciones eléctricas y la imagen, el sonido, el texto de un trabajo. El código es lo que estructura, ordena y da forma al mensaje.


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