La blogonovela y el libro infinto de AI-Halim



Para la clase de esta semana leímos fragmentos del libro Escrituras para el siglo XXI: Literatura y blogosfera de Daniel Escandell. En específico, lo que leímos analiza la plataforma del blog como marco para la creación literaria. Entre otras cosas, el autor propone una relación entre el autor y el avatar en dicha creación y expone ciertas características con las cuales intenta definir el género de la blogonovela (155-228). Junto con el trabajo de Escandell, exploramos el blog La tierra nunca comprenderá de la escritora Belén Gache. Considerando estos dos trabajos, las preguntas para esta semana nos invitan a reflexionar en el blog como un espacio literario. Más aún, pensar en las implicaciones que trae el uso literario de una plataforma no-literaria.

Empecemos por observar el análisis que hace Escandell en cuanto al blog como un espacio literario. Según el escritor, “El blog genera su espacio personal e informativo, aunque este también es artístico cuando el formato madura y se establece...” (156). Podemos entender que Escandell distingue entre una primera instancia del blog como una “vía de expresión y reflexión biográfica”: el espacio personal e informativo, y una madurez donde se nota el “simulacro de esas actividades”: o artístico y literario, la “blogoficcionalidad” (156). Si bien, Escandell muestra la progresión que nos lleva de la primera a la segunda, a mí entender el componente literario, artístico, se puede encontrar en ambas. Cuál es mejor o de mayor valor, quizá es tema un debatible. Lo interesante, sin duda es cómo funciona la plataforma para explorar nuevas formas de ficción (asumiendo, por un momento, que existe una línea bien definida entre ficción y no-ficción). Una plataforma que encuentra una distribución instantánea y abierta, de acceso fácil, pero específico, y que enlaza directamente al productor (autor, escritor, protagonista, avatar) y al lector (usuario, comentador, crítico, contribuyente). Sin duda, una ficción que se produce de forma distinta, que requiere de métodos y técnicas de escritura distintas y de lecturas y parámetros estéticos distintos: una blogoficción.

Una de estas formas de blogoficción es la blogonovela. Escandell explora tres rasgos de la blogonovela: La relación con el lector, la concepción del tiempo narrativo y el narrador avatárico. Las tres son de suma importancia para su definición del género: la trama debe ocurrir en tiempo real, la realidad afecta la trama, y por último el protagonista existe fuera de la historia (el avatar) y los lectores tienen la posibilidad, “el derecho”, de interactuar con él (184). Luego de establecer estos parámetros, Escandell explora distintas blogonovelas cuyas características las distinguen claramente del género de la novela convencional (digital o no). Pienso, sobre todo, en la interacción entre el “avatar” (término interesante que Escandell explora en gran medida durante su texto pero que quizá pueda ser debatido) y los lectores. Lo más interesante de esto es cómo dicha interacción puede modificar y modifica la trama. Otro aspecto interesante es el pacto con el lector, el pacto de la ficción, la suspensión de la incredulidad. Aunque no es una problemática exclusiva de la plataforma, sin duda esta conlleva a otra relación con el lector en la cual dicho pacto parece ocultarse (en mi opinión se pierde por definición el atributo de “pacto”). Esto parece ser un elemento de la blogonovela ya que se juega con la credulidad del lector. Por un lado, en algunos casos esto crea otra forma de lectura, una lectura casi detectivesca. Por ejemplo, desenmascarar al escritor. Por otro, no sé hasta qué punto esto amerita una discusión ética (una que no se base en medidas económicas).

La definición de blogonovela de Escandell a mi entender excluye de su categoría el trabajo de Gache. En La tierra nunca comprenderá no tenemos un avatar que interactúa directamente con los lectores (quizá por falta de comentadores) ni que modifique la trama. Ni tampoco tenemos, aparentemente, una narrativa en tiempo real. El blog tampoco juega con pactos distintos al de la ficción con el lector. Es una clara trama de ciencia ficción cuyo tema central es la poesía (y como en muchas novelas, la literatura). Más aún, Belén Gache también aparece de distintas formas en el blog (como personaje, como escritora, rompiendo la definición de Escandell para quien el autor nunca debe aparecer). Tampoco es una novela en blog, pues como dice la escritora es un “libro infinito”.

El libro infinito de Gache utiliza la bitácora para ir creando una trama mediante la cual explora problemáticas de escritura. Gache usa el blog, con técnicas características de la plataforma: entradas breves y suspenso. Al final (o no-final sino realmente el comienzo de todo), nos encontramos con la máquina y la poesía, el libro infinito compuesto por un algoritmo. La trama nos lleva hasta este punto luego de haber reflexionado sobre las problemáticas de la semántica, del falso significado, del poder que el autor ejerce sobre significado de las palabras. Gache entonces plantea en el blog, el marco conceptual en el cual se basa su libro infinito, el algoritmo de AI-Halim. Propone entender la “máquina de escribir” mediante la cual se intenta alcanzar “una escritura liberada de su autor”. La máquina logra, lo que la poesía no ha podido lograr, deshacerse del yo lírico, del sujeto construido a través del mismo lenguaje. Entonces, a la problemática de entender quién escribe (si es que importa) Gache responde que “los poemas de Al-Halim están escritos a la vez por todos y por nadie”. De esta forma el poeta desaparece, liberando las palabras y permitiendo que su significado se dé en la lectura. Se sugiere entonces que cada uno entienda su poesía, creando significado en la relación de las palabras y no en relación a una conciencia o sensibilidad humana que ha sido estructurada por el lenguaje.


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